Los transgénicos: ¿Una amenaza global?

Es muy posible que hayas decidido decir no a los alimentos transgénicos, porque no tienes claro si podrían afectar negativamente a tu salud. ¿Pero está este temor realmente justificado? ¿Existen otros riesgos relacionados con ellos que deberían preocuparte?

En este post te ayudaremos a conocer un poco más de cerca a los organismos manipulados genéticamente u OMG. También te explicaremos las principales implicaciones que pueden tener para ti y para el mundo en general.

¿Qué es realmente un transgénico?

Esta es quizás la primera pregunta que deberíamos hacernos. Tratando de explicarlo de manera simple, se trata de un ser vivo (planta o animal) en el que, a través de técnicas de biotecnología, se han introducido genes de otra especie.

Seguramente habrás oído el muchas veces repetido argumento de que un transgénico no se diferencia sustancialmente de los cruces y mejoras de plantas que se han hecho toda la vida.

Esto, sin embargo, no es del todo exacto. Los métodos de mejora tradicionales siempre quedan de alguna manera al dictado de la naturaleza. Si tratamos de cruzar dos especies demasiado distintas, el experimento fracasará y la nueva planta no saldrá adelante.

En los organismos modificados genéticamente esta barrera natural no existe, puesto que directamente se manipula el propio ADN del organismo vivo. Se produce, por decirlo así, un salto de especie. Esto implica que se puede realizar casi cualquier tipo de combinación, por aberrante que parezca. No existen barreras.

Por ejemplo, el llamado «maíz BT», uno de los cultivos transgénicos más extendidos, se ha modificado con material genético de una bacteria llamada Bacillus Thuringiensis. Este microorganismo produce una toxina que tiene una acción insecticida.

Este tipo de OMG, evidentemente, tiene poco que ver, por ejemplo, con una clementina o un colirrábano, los cuales se han obtenido cruzando plantas más o menos emparentadas.

Los peligros de los transgénicos

Las empresas que comercializan las semillas modificadas genéticamente destacan sobre todo su mayor productividad. Esto, sin embargo, no siempre parece confirmarse estadísticamente. Lo sostienen organizaciones como Greenpeace que publican informes muy críticos como este . Cierto o no, existen otros aspectos de los transgénicos que preocupan. Estos son algunos de los más destacados:

¿Riesgos para la salud?

No se cuenta todavía con estudios exhaustivos sobre el impacto que un consumo regular de OMG podría tener sobre los humanos a largo plazo. En algunos experimentos realizados con ratas se constató que la ingesta continuada de maíz transgénico les producía daños graves en hígado y riñones.

No está sin embargo confirmado si estos resultados son o no extrapolables a humanos.

Por otro lado, sí parece que se tienen sospechas fundadas de que los transgénicos podrían ser más tendentes a causar alergias. Esto podría tener su lógica, puesto que nuestro sistema inmunológico tiende a reaccionar ante organismos extraños. Sin embargo, en este caso tampoco existen todavía estudios concluyentes.

De hecho, los pocos de los que se dispone, han sido aportados mayoritariamente por las propias empresas comercializadoras y son sumamente limitados en el tiempo.

Contaminación de otros cultivos

El campo no es un laboratorio cerrado. Es un lugar donde resulta prácticamente imposible crear una zona estanca, donde se pueda experimentar sin afectar al entorno. Las semillas pueden ser llevadas a otros lugares a través de aves migratorias y otros animales.

Por la acción de los insectos también es habitual que se produzca una polinización cruzada entre cultivos transgénicos y convencionales o incluso con las plantas silvestres.

Este hecho dificultaría enormemente la retirada de los OMG si, por ejemplo, dentro de unos años se llegara a la conclusión de que perjudican a la salud. Para entonces ya se habrían expandido por el medio ambiente y no habría vuelta atrás.

Uso intensivo de pesticidas y generación de resistencias

La mayoría de los cultivos transgénicos están íntimamente ligados al empleo de pesticidas. Como hemos comentado antes, el maíz BT genera su propio insecticida. Otras variedades, como la soja transgénica de la empresa Monsanto (principal productora de OMG), se han manipulado para que resistan a sus herbicidas.

El uso intensivo de estos productos ya está generando algunos problemas, como la aparición de «super-malezas». Se trata de malas hierbas que se han hecho resistentes a los herbicidas y plaguicidas. A esto hay que sumar los estragos que estos químicos producen en las poblaciones de insectos vitales para la vida en la tierra, como por ejemplo las abejas.

Como es fácil de entender, esto podría llegar a ser un problema grave en el futuro. Y por supuesto, tampoco debemos olvidar los efectos negativos que los herbicidas y pesticidas pueden tener sobre la salud de las personas y sobre el medio ambiente en general.

Efectos sobre la libre competencia

La comercialización de semillas transgénicas es ante todo un gran negocio. No hay que olvidar que los OMG están protegidos por patentes. Esto implica que el agricultor no podrá volver a sembrar la simiente obtenida de su cosecha, a no ser que pague a la empresa propietaria los cánones establecidos.

Incluso existen semillas diseñadas para que en la segunda generación ya no sean fértiles. Se las conoce por el nombre de «terminator».

Teniendo en cuenta que, ya en la actualidad, sólo un puñado de compañías privadas controlan alrededor de dos terceras partes del mercado mundial de semillas, es fácil imaginarse la situación de monopolio que se podría producir si las variantes transgénicas se imponen a gran escala.

Esto todavía se acentúa más si tenemos en cuenta que el único herbicida al que es resistente la planta transgénica es fabricado por la misma empresa que también proporciona sus semillas. Esto imperativamente tendrá que acabar traduciéndose en un aumento de los precios de los alimentos en el medio y largo plazo.

Por cierto, que también pueden patentarse animales obtenidos mediante manipulación genética. Esto abre la puerta a la privatización de la vida, algo que hasta hace pocas décadas resultaba impensable.

¿Te imaginas un mundo en el que los peces del mar, o incluso los animales salvajes (y toda su descendencia), sean de propiedad privada?

Consecuencias medioambientales y sobre la biodiversidad

El desembarco de los transgénicos en el mercado tendrá también, sin duda, como consecuencia el desplazamiento de variedades tradicionales y autóctonas en muchas zonas del mundo. Tanto es así que ya ahora muchos tipos de semillas están en peligro de desaparecer. Se han sustituido por otras más enfocadas a aumentar la producción.

En pocos años esto podría producir una reducción drástica de la biodiversidad y la desaparición de gran parte de nuestra riqueza vegetal. Este efecto aún se hace mayor por la polinización cruzada antes descrita. Tanto es así que especies autóctonas, que han existido durante miles de años, ahora se encuentran seriamente amenazadas.

Alimentos ecológicos libres de transgénicos

Si has decidido que quieres evitar consumir alimentos transgénicos, puede resultarte complicado identificar los productos que contienen OMG. La normativa de etiquetado es poco estricta y el asunto aún se dificulta más por los numerosos incumplimientos de la, ya de por sí laxa, legislación bajo la que se producen.

En los productos cárnicos tampoco se obliga informar cuando el ganado haya sido alimentado con organismos manipulados genéticamente, algo que es muy habitual.

En este sentido, la única opción segura para evitar a los transgénicos en tu alimentación, es consumir productos ecológicos certificados. Estos no pueden incluir entre sus ingredientes ningún OMG.

¿Por qué tipo de alimentación y de mundo apuestas?

Como siempre, como consumidor o consumidora, tu tendrás la última palabra. Decidirás si poner o no alimentos transgénicos en tu plato.

No obstante, es importante que tengas en cuenta que con tu forma de consumir estás enviando un mensaje a la industria. Estarás emitiendo un voto sobre qué tipo de mundo deseas y cómo quieres alimentarte.

Después de todo, el cliente siempre tiene la razón, ¿no?

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